r e l a t o s u c i o

 

--------------------------------------

TXIQUIM ©

--------------------------------------

 

EL PESO

 

Estaba claro que no apreciaban demasiado mi trabajo. Hacia ya seis semanas que habia empezado a trabajar en ese lugar y aún seguia colgado el cartel de "Se busca aprendiz" en la puerta. No es que esperase que él me elgiera el empleado del mes, ni mucho menos, pero por lo mínimo si que esperaba un poco más de confianza hacia mi.

Ser aprendiz allí, no sé en otros lugares, significaba trabajar gratuitamente tan duramente como era humanamente posible; lo que significaba hacer todo los trabajos pesados y menos agradecidos que el resto de empleados a sueldo evitaba hacer a toda costa, como si en ello les fuese la vida. La única motivación era aspirar a llegar a ser algun dia un empleado a sueldo, el tipo de persona que más odié durante esa época de mi vida.

Pero lo peor era que un aprendiz tenia que mostarse agradecido a su jefe por dejarse esclavizar por el resto de compañeros y por él. Evidentemente ser tan hipocrita era otra ardua tarea a soportar.

La primera vez que vi a mi jefe fue el dia que me presenté para el trabajo, aunque juraria que ya lo habia visto tiempo antes, quizás en mis pesadillas. Ese tipo era fisicamente imponente y desprendia un fuerte olor corporal, muy desagradable. Tenia unas manos muy musculosas que demostraban que habia tenido una dura vida trabjando en ese oficio. Quizás por ello, por el hecho de haber pasado él una desgraciada juventud trabajando sin parar, se creia en posesión del derecho a hacer sufrir a sus empleados de igual o peor forma. Que de pequeño su padre abusase sexualmente de él también le debia hacer creer que él podia hacer lo mismo conmigo.

Cuando se lo comenté a Bertrand este se rió de mi. Bertrand era el único empleado a sueldo con quien podia hablar, la única persona de confianza que conocí durante esos largos años, aunque más tarde también me traicionó. Me decia que todos los empleados habian pasado por eso mismo, y que por lo tanto no tenia de que quejarme ni motivo para ir a llorarle. He dicho que Bertrand era de mi confianza, sabia que podia hablar con él de eso, pero eso no significaba que fueramos amigos, aún menos siendo yo un aprendiz.

Pensé que quizás el resto de personas que trabajaban allí se habian dejado pisar por el jefe. Quizás era una prueba de iniciación al oficio, una especie de muestra de submisión o simplemente una gran putada por la que habiamos de pasar todos. Pero de lo que estaba seguro era de que yo no queria pasar por lo mismo que ellos ni convertirme en lo que ellos eran. Un espiritu rebelde e inconformista, característico de la juventud, estaba despertando en mi, y empezaba a sentir que nada me podria parar. Tardó exactamente tres años y dos meses en salir a la luz.

Antes de hacerlo ni siquiera vacilé un poco. Lo que hice lo hice por instinto, y ni siquiera hoy, cuando estoy privado de mi libertad a causa de ello, no me puedo arrepentir de dicha acción.

Cuando un peso doce veces mayor al de un hombre cae sobre una persona desde diez metros de altura, por más dura que esta sea, por más superior a ti que se crea, por más aprendiz que sea el que empujó el peso, la persona acaba por morir aplastada.

(03/09/01)