r e l a t o s u c i o

 

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SERGI

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algo que contar

 

teníamos el billete más barato. íbamos a viajar toda la noche en tren y habíamos cogido el billete más barato.

- tampoco puede haber tanta diferencia - dije yo.

entramos en el el tren y buscamos nuestro compartimento. era increíblemente pequeño. te sentabas y las rodillas te tocaban al asiento de enfrente. y aún faltaban por llegar los tipos de enfrente, las rodillas de los cuales tocarían nuestros asientos. tal vez hubiese valido la pena ir en primera.

nos sentamos allí y empezamos a charlar. a la media hora parecía que hubiesen pasado tres días. incluso viajando solo en aquel compartimento me habría pillado claustrofobia. nos fuimos al bar. estuvimos allí charlando, creo que hasta las dos, cuando cerraron el bar. ni siquiera podían servir toda la noche. empezamos a quedarnos callados, no había más que decir, así que volvimos al compartimento.

todos dormían. estuvimos allí sentados diez minutos. era absurdo, nadie podría dormir allí. volvimos al bar.

había una barra con tristes sillas y unas mesas con bancos. en uno de los bancos había un tipo durmiendo. no había sitio en las mesas, nos sentamos en la barra. esperamos, se fueron los tipos de una mesa y nos tumbamos, uno en cada banco. era realmente incómodo, pero creo que allí podríamos conseguir dormir.

el tren paró en una estación. subieron unos tipos con un montón de latas de cerveza. aún no podíamos dormir. se sentaron en una mesa y se las bebieron todas. luego se fumaron un porro, luego otro. después se metieron unas rayas. cada uno pasa el viaje como puede.

me quedé dormido. desperté al cabo de un rato. oí alguien que vomitaba. miré. eran los tipos de la coca. me di media vuelta i seguí durmiendo. me volví a despertar. el tipo aún vomitaba. me desperté cuatro o cinco veces más. el tipo siempre vomitaba. era una auténtica fuente de vómito, una reserva eterna. tal vez hubiese sido mejor viajar en primera.

alguien dijo:

- por favor, vayanse levantando ya, tenemos que abrir el bar. - pausa- ¡aquí tenemos que servir desayunos!

me incorporé. el tipo estaba de bastante mala leche. supongo que si trabajas de noche en el bar del tren más barato, duermes tres horas y sigues trabajando, pierdes el sentido del humor. mi amigo se había marchado. más tarde me dijo que no había podido soportar el olor a vómito. yo estaba demasiado dormido para oler nada.

a mi lado, en otra mesa había un tipo durmiendo. era árabe, supongo que marroquí, aunque a mí me cuesta mucho distinguirlos. no se despertó. el tipo del bar le volvió a decir, alzando la voz:

- oiga, despiertese.

el tipo no hizo ni puto caso.

el del bar le dio un golpe en la espalda con bastante mala hostia.

- ¡oiga! ¡oiga! - volvió a atizar.

cada vez le pagaba más fuerte. y seguido. no paraba.

- ¡oiga! ¡oiga! ¡despiertese! ¡despiertese!

el tipo se despertó y vió al del bar emcima suyo pegándole. no debió ser un despertar agradable. ningún trabajo de mierda te da derecho a hacer eso, aunque sea en el tren más barato y de noche. le dejó.

- ¡venga ya! que aquí tiene que venir la gente a desayunar.

luego se acercó a los tipos de la coca, los porros y las cervezas. estaban los cuatro durmiendo, con la cabeza apoyada en la mesa, sobre su propio vómito y un montón de latas de cerveza vacías.

- y vosotros, despertaros ya, que tengo que limpiar. no sé como no os da asco dormir así.

uno de los tipos levantó la cabeza. los otros no hicieron nada. estaban hechos una mierda. yo me levanté y salí del bar. ese tipo me estaba amargando la mañana.

fui hasta mi compartimento. todos dormían. uno ocupaba dos sitios, el suyo y el mío. salí fuera, entre los dos vagones. eran las seis de la mañana y hacía un frío espantoso. mi chaqueta estaba en el compartimento y no me apetecía volver. me quedé allí fuera temblando y mirando por la ventana. había sido una noche horrible. tal vez hubiese valido la pena ir en primera.

luego todo el mundo se despertó. pude coger mi chaqueta. el tren llegó. bajamos. hacía un frío horrible y yo seguía temblando, incluso con la chaqueta puesta.

vi bajar a los tipos de la coca, los porros y las cervezas. tenían unas caras horribles, como zombies. yo no había tomado nada pero supongo que también tenía una cara horrible. había sido una noche horrible. tal vez hubiese valido la pena ir en primera. o tal vez no. tal vez era mejor así. tal vez siempre vale la pena tener algo que contar.

(10-12-2001)