r e l a t o s u c i o

 

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SEÑOR ECUACIÓN

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ESCALOFRIANTE MISTERIO EN LAS ALTURAS

 

Habiendo ascendido a la cima del Everest, el explorador canadiense Phil Arnold halló entre los restos de un campamento abandonado un diario escrito en castellano. El diario contenía descripciones detalladas de la vida diaria de un joven vallisoletano llamado Manuel José Guzmán de Pedregalta. El diario detenía su narración el 3 de junio de 2001, para reanudarla en una última página escrita el 17 de agosto del mismo año. He aquí una transcripción de lo que Manuel José escribió a mano en aquel último día y, por cierto, con no muy buena letra.

"Le dije a mi hermano que sí, que le acompañaría en su ascenso al Everest, porque aquel fin de semana no tenía plan. Lo que yo no sabía es que aquello nos iba a tomar más de un fin de semana, y que al final los treinta y tres miembros de la expedición, exceptuando a un tipo alemán llamado Alfred y a mí mismo, acabarían muriendo a causa del frío. Bueno, eso la mayoría, porque hubo una chica... ¿cómo se llamaba?. Linda, creo, aunque no me acuerdo muy bien. Bueno, pues eso, que hubo una chica que se despeñó montaña abajo. Y la verdad es que la damos por muerta, pero nunca vimos que su cuerpo impactara contra el suelo. Yo, personalmente, creo que aún sigue viva. A medio camino de su caida se cruzó con un portal inter-dimensional que la trasladó a millones de años luz de la Tierra, a un nuevo mundo habitado por seres de poderes telekinéticos, tres cabezas y sonrisa contagiosa. Bueno, esa es mi teoría. Pero, como les iba diciendo, ninguno de ellos llegó hasta la cima. Y claro, yo allí, solo, con aquel tipo alemán al que no entendía, sin tener ni la más remota idea de lo que hay que hacer cuando uno llega a la cima del Everest, sin nadie que me echara una mano. Y tanto llegué a agobiarme pensando que estaba dejando en mal lugar el nombre de todos los escaladores fallecidos, y que debía hacer alguna cosa espectacular que simbolizara el esfuerzo empleado y la gloria alcanzada, que decidí coger a Alfred de la mano y..."

La frase concluye en la siguiente página, que por desgracia para los analistas del suceso, fue arrancada del diario por algo o por alguien. Malas lenguas señalan al propio Phil Arnold, que antes de saber el importante documento que tenía entre manos, utilizó la página substraída para limpiar los restos de una de sus defecaciones. Arnold, ruborizado, lo negó en rueda de prensa. Aunque se ignora qué pudo suceder con Manuel José y su compañero Alfred, de los cuales no se tiene ninguna noticia, se teme que también acabaran siendo absorbidos por el portal inter-dimensional.